Las preguntas son importantes. Me gusta hacer en clase preguntas de este tipo para que los peques piensen y hagan conjeturas y saquen conclusiones: ¿qué pasaría si…? es una frase que se utiliza mucho en nuestro taller de experimentos de los viernes.
¿Qué pasaría si mezclaramos agua con vinagre?
El agua y el vinagre se mezclan.
¿Y qué pasaría si mezclaramos agua con pintura?
El agua y la pintura se mezclan.
¿Qué pasaría si mezclaramos agua con aceite?
¡No se mezclan! El aceite se queda flotando.
La explicación que les doy (aunque científicamente no es del todo correcta) es que el aceite pesa menos que el agua y que por esa razón no se puede hundir. Cuando sean más mayorcitos aprenderán lo que es la densidad, je, je.
Con casi todas estas preguntas había respuestas más o menos parecidas: se va a mezclar y el agua se a poner de otro color. También había respuestas más fantasiosas, sobre todo cuando hemos utilizado el aceite: ¡va a explotar! Incluso alguno se tapaba los oidos a la espera de la temida explosión.
¿El aceite está caliente?-me preguntaban. Estaban expectantes a lo que pudiera suceder.
¿Y si en lugar de utilizar agua utilizamos alcohol? ¿Qué pasará?
Todos estaban seguros que iba a pasar lo mismo que con el agua; pero se llevaron un sorpresa.
Cuando han visto que el aceite se hundía en el recipiente lleno de alcohol no lo han dudado:
El aceite se hunde porque pesa más que el alcohol
Pero, ¿Y si mezclamos agua, alcohol y aceite?
Primero hemos llenado medio recipiente de agua. Posteriormente he añadido apenas media cucharadita de aceite en el centro. A continuación he ido echando la misma cantidad de alcohol que de agua… hasta conseguir un equilibrio perfecto para que el aceite pudiera convertirse en una bola submarina. Mirad, mirad:
Esta parte del experimento la he tenido que realizar yo ante sus atentas miradas porque se necesitaba de cierta precisión. Además, he preferido que no toquen el alcohol por razones de seguridad.
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Estaban deseando poder comerse los dos dinosaurios de fondant de los que por cierto no ha quedado nada de nada, igual que la tarta.
Y como no podía ser de otra manera, les he pintado la cara de lo que ellos me han pedido: oso panda y tigre.
He de decir que pese a mis comentarios del tipo: “Me encantan los faraones!, no pudo ser. Los peques tienen las ideas claras.
