PROPUESTA DE COLABORACIÓN

Esta es la primera vez que público un texto que no lo he redactado yo. Hace unos días recibí una propuesta de colaboración de parte de Carla Martínez, trabajadora de una red de centros de mayores.  Se encarga  de crear contenido  para la web de dichos centros y han realizado algunos proyectos intergeneracionales. 

Personalmente me parece muy interesante y creo que en nuestro trabajo de clase deberíamos tener más en cuenta a los mayores e incluirlos en nuestro día a día.

Este es el artículo de Carla Martínez y le he dado cabida aquí:

 “El salón de clases es un lugar privilegiado: es el espacio en que los niños desde su más pequeña edad aprenden a convivir con sus pares. En casa podemos rodearlos de amor y de elementos que los estimulen, pero ese valor agregado de estar con muchas personas de su misma edad en un ambiente neutro es algo que el salón de clases puede brindar muy bien.

Pero más allá de aprender, jugar y convivir con otros pequeños de su edad, un niño puede nutrirse mucho de la convivencia con personas de otras edades. Ya en la vida familiar de los pequeños hay varias interacciones de este tipo, pero comúnmente están terciadas por una relación jerárquica: los padres y abuelos en ocasiones, por ser responsables de los niños, no se sienten en la capacidad de jugar con ellos y establecer vínculos de amistad.

Es por ello que dentro del salón de clases puede resultar muy interesante experimentar con la inclusión de animadores y voluntarios de otras edades.

Desde las escuelas secundarias (ESO), se puede establecer relaciones de intercambio y promover que adolescentes que se presten a jugar con los pequeños. Que se sienten con ellos a leer, a jugar con masa, a hacer juegos simbólicos. También se pueden establecer relaciones con residencias para el cuidado de ancianos, y las personas mayores podrán interactuar en un marco de igualdad con los niños pequeños, leyendo para ellos, cantando con ellos.

Este tipo de interacción intergeneracional permite a los niños pequeños aprender que no todo mundo ve las cosas con los mismos ojos, que tenemos distintas necesidades y puntos de vista, pero que compartimos sentimientos, emociones y pequeños elementos de diversión. Ello desarrolla una empatía que es muy positiva, pues es un valor indiscutible de la convivencia social.

La participación voluntaria de hermanos, tíos y abuelos en el salón de clases ya es un plus que podemos trabajar en el aula de forma dinámica e interesante, buscando siempre nutrir la inteligencia emocional de los pequeñitos y llenar de estímulos positivos su construcción como personas sociales empáticas y comprensivas.

Armar un proyecto educativo en torno a estos elementos de convivencia entre generaciones puede ser realmente interesante. ¿Lo ponemos en el tintero?

¿Os parece interesante reservar un espacio amplio en la escuela para las relaciones intergeneracionales?